sábado, 18 de octubre de 2008

Y al final España se rompió.

Esto es lo que algún dirigente del PP deseó leer en algun periódico de tirada nacional durante la legislatura pasada. Pero parece ser que al final las cosas han sido un poco distintas y lo que se ha roto es el PP.

En estos momentos y a la espera de la votación de los presupuestos en el congreso, la coalición PP-UPN pende de un hilo. No es que me guste reirme de las desgracias ajenas, pero esta se les está bien merecida. Tanta banderita española y tanta formación del espíritu nacional, al final se ha quedado en agua de borrajas y UPN, con Miguel Sanz a la cabeza, ha sacado su verdadera cara y ha pedido que dejen a su Navarrica en paz que el ya sabe lo que se hace con los presupuestos.

Y claro, estas manifestaciones "libertarias", en Génova no se ven con buenos ojos y Marianito ha dado el puñetazo encima de la mesa para que no le revolucionen el corral de granja que tiene por partido.

Conclusión, el PP esta a punto de romper con UPN y quedarse sin representación en una comunidad autónoma de algo más de seiscientos mil habitantes. Realmente me alegro de semejante “zancocho”.

Y mientras estos señores negocian por la estabilidad del pacto, esta semana hemos podido escuchar las declaraciones de uno de los diputados de UPN en el congreso al que no le convence esto de la "abstención facilitadora" y ha soltado por su boca la siguiente lindeza: "Yo no dependo de un presidente de un partido para poder desempeñar mi voz".

Al margen de la crisis UPN-PP, me dan pampurrias estos políticos que van de independientes librepensadores por la vida, sean del partido que sean. ¡¡¡Pero Señores!!! Ustedes tienen el culo pegado a un asiento (de muchos euros mensuales) gracias a un partido; que menos que respetar las decisiones internas, democráticas y colectivas del propio partido a la hora de expresarse en el parlamento. Es muy bonito aprovecharse de la maquinaria mediática de un partido para salir elegido diputado y luego hacer lo que te de la gana.

Así no quiero yo políticos que no representan a nada ni a nadie, sino a ellos mismos. Pero bueno, esto ya es otro tema que se merece otro post.

Serán capaces de hacer frente a todo este entuerto ellos solos o también le echarán la culpa a Zapatero. Ya veremos como les van yendo las ojeras.

jueves, 9 de octubre de 2008

Por la Europa Social, No a las 65 horas

El pasado mes de junio el Consejo de Ministros de Trabajo aprobó el texto de la Directiva de Tiempo de Trabajo, una nueva normativa con la que las autoridades comunitarias pretenden ampliar el tiempo máximo de trabajo semanal hasta las 60 horas de modo general, y hasta las 65 para determinados sectores, dejando a la negociación individual entre trabajador y empresario la fijación de las horas concretas de trabajo semanal, en una práctica conocida como “opting out”.

En los próximos días será el Parlamento Europeo el que tenga que decidir si esta nueva Directiva sale adelante o si, tal y como ya ha ocurrido en otras ocasiones, se queda en un mero intento de determinados dirigentes europeos de competir con los países emergentes como China, India o Taiwán, reduciendo costes sociales y recortando derechos laborales.
Para Juventudes Socialistas de España el actual texto de la Directiva de Tiempo de Trabajo es completamente intolerable. Su aprobación supondría un terrible atraso desde el punto de vista de los derechos laborales y del estado de bienestar, y una clara apuesta por la Europa del mercado, y sólo del mercado, en detrimento de la Europa de los ciudadanos en la que la creemos la mayoría de los europeos, y de manera especial los españoles, que siempre hemos identificado a la Unión con estado de bienestar, derechos y protección social, y no con políticas “neoconservadoras”, que tan ineficaces han demostrado ser en los últimos tiempos.

Un auténtico despropósito que atenta contra un derecho laboral adquirido hace más de 90 años cuando la Organización Mundial del Trabajo (OIT) aprobó que el tiempo máximo de trabajo semanal sería de 48 horas, poniendo así fin a una larga historia de jornadas prolongadas, y que priva a los trabajadores de tiempo para el desarrollo de su proyecto vital y social, reduciendo considerablemente su calidad de vida y la de las personas que le rodean, en definitiva, del conjunto de la sociedad.

Pero quizá lo más grave de la “Directiva de las 65 horas” es que parte de un concepto completamente equivocado, injusto, insolidario, e irresponsable sobre cuáles deben ser los cimientos del crecimiento económico de la Unión, y las bases sobre las que se debe sustentar la competitividad de nuestra economía.

Ante la competencia que viene de los países emergentes, especialmente de los denominados “tigres asiáticos”, los dirigentes de la Unión Europea deciden plantarles cara utilizando sus mismas armas: jornadas laborales desproporcionadas, y reducción de los derechos laborales. Una opción con escasas probabilidades de éxito, porque por mucho que se empeñen, la Europa de hoy nunca podrá competir con esos países utilizando esas herramientas.

En definitiva, algunos de nuestros dirigentes, la mayoría de ellos conservadores, optan por desmontar uno de los pilares básicos del Estado del Bienestar, y se equivocan.

Se equivocan porque el futuro se gana apostando por la educación, por la formación de los trabajadores, invirtiendo en nuevas tecnologías y en I+D+I, y en proporcionar más y mejor bienestar a los ciudadanos.

Se equivocan porque optan por el camino fácil y barato, y con ello se arriesgan a sufrir un fracaso estrepitoso, al tiempo que abren la puerta a posteriores recortes de los derechos de ciudadanos y trabajadores, ésos que han distinguido siempre a Europa y que nos han situado a la cabeza en cuanto a nieveles de bienestar social en el mundo.

Se equivocan porque con su actitud están provocando la desconfianza de los millones de ciudadanos que con su trabajo contribuyen día a día a la construcción de una Europa que parece darles la espalda.

No es esta la Europa con la que soñamos y en la que creemos. No es la Europa por la que seguimos apostando la mayoría de los ciudadanos.

Por ello, no podemos hacer otra cosa que situarnos completamente en contra de esta Directiva, y hacer pública nuestra confianza en la negociación colectiva, reconocida en la Constitución y en la tradición europea en derechos laborales, como pilar de la construcción de una Europa social respetuosa con los derechos de los trabajadores y orientada a la ampliación de los mismos.

En este contexto, los jóvenes socialistas exigimos a los diputados españoles en el Parlamento Europeo, con independencia de su adscripción ideológica, que escuchen a la ciudadanía y voten en contra de la medida de ampliación del tiempo semanal de trabajo, que emprenda las iniciativas oportunas y que lideren la necesaria ofensiva con los grupos políticos europeos de cara a mantener la actual semana laboral.

Y en este sentido, algunos echamos de menos un esfuerzo por parte del Partido Popular en pedir a sus “colegas” europeos un voto en contra de esta Directiva, tal y como hace unas semanas el Secretario de Organización del PSOE solicitó en Bruselas al conjunto de los socialistas europeos. Porque en situaciones como esta los ciudadanos observan a los políticos, y no sirve querer pasar de puntillas o despistarlos.

Los ciudadanos españoles, y de manera especial lo jóvenes, creemos mayoritariamente que debemos seguir liderando la construcción de una Unión Europea que apueste por el avance social en el resto de países, que demuestre que hay otro mundo posible, un mundo que se construye mirando a los ciudadanos y no dándoles la espalda.

Los jóvenes socialistas, como la mayoría de los ciudadanos, creemos en la Europa de los Ciudadanos, en la Europa de los derechos y del bienestar social, y por ello reiteramos nuestro posicionamiento. No a la “Directiva de las 65 horas”